Por Antonia Salinas
Entre escaleras, un mirador, terrazas y la visita de múltiples personas, el cerro Santa Lucía sigue siendo un lugar donde el diseño y la historia se combinan y abren paso con la cotidianidad. Tres especialistas explican como este lugar patrimonial influye en la ciudad y en quienes lo visitan.
En pleno Santiago Centro, este patrimonio funciona como un santuario dentro del constante movimiento entre la Alameda y sus alrededores. Aunque es un sitio altamente turístico, también es parte del diario para quienes viven su vida en el centro. Poder mirar la ciudad desde arriba crea una experiencia única, que mezcla arquitectura y naturaleza en solo un lugar.
Un diseño que invita a recorrer
Para Jorge Barrera, licenciado en Artes Visuales de la Universidad de Chile, un elemento fundamental de este lugar es su ubicación. “Estar tan cerca de la Alameda lo vuelve un punto de referencia para toda la ciudad, un soporte en medio de tanta construcción”. También destaca detalles como las terrazas, el castillo y sus suelos con diseño. Para él, la magia del cerro es que uno lo va “descubriendo”, mientras sube.
Identidad y experiencia emocional
Barrera también otorga otro punto de vista, afirmando que la parte estética no lo es todo. Lo emocional es igual o más importante “Si las personas sienten que pueden usar el espacio, si se sienten invitadas a estar ahí, eso es lo que genera realmente identidad”, afirma. El licenciado destaca igualmente, que, para muchas personas, caminar por el cerro implica conectarse con pedazos de historia, tanto personales como culturales. Este lugar es capaz de construir una conexión más allá de lo turístico.
El desafío de una estructura viva
Desde una mirada técnica, Patricio Martinez, constructor de obras públicas, explica los desafíos que presenta este lugar debido a su desgaste natural. “Existen accesos deteriorados, puntos oscuros que necesitan iluminación y partes donde faltan rejas”, menciona. Agregar nuevas estructuras no es un trabajo sencillo: mezclar roca natural con construcciones humanas requiere cuidado, más en un país sísmico.
Memoria urbana
Ambos especialistas, aunque en áreas distintas, aseguran que el cerro sigue generando una conexión emocional con quienes lo recorren. “Las personas disfrutan las escaleras, los miradores, los detalles antiguos. Todo eso crea recuerdos”, dice Martínez.
Hoy, el Cerro Santa Lucía continúa siendo un punto de encuentro entre pasado y presente. No solo es turístico, sino un espacio donde las personas se detienen, caminan, conversan y crean experiencias mezcladas con la arquitectura. Mantenerlo vivo es una tarea compartida: técnica, emocional y cultural.





















